En
Argentina la violencia está en el número uno del ránking mediático. Refleja de
alguna manera lo que pasa en los hogares, en las oficinas y en las calles.
La violencia tiene
una preferencia –como desde que Caín mató a su hermano Abel-, con los débiles,
los indefensos, y últimamente nos dicen los entendidos en el tema, con la
mujer.
Nos duelen en el alma
las más de 3.000 mujeres asesinadas, muchas de ellas muertas a manos de sus parejas, exparejas,
o padres… o extraños.
Más
van a doler las mujeres por nacer, que otras mujeres decidieron destrozar en
sus vientres. Iniquidad suma iniquidad llamando a lo malo bueno y a lo bueno
malo.
Las cifras
enloquecen y no podemos poner las manos en el fuego por la manera en que se
confeccionan, todo sirve cuando hay que alimentar una “causa”.
La violencia es
hermana de la indiferencia, parienta del egoísmo y padrina de todas las
maldades. Todo un combo maloliente que se conjuga para robar la vida de más de
7.000 personas en accidentes de tránsito en la Argentina en los últimos dos
años, lo que según nos dicen los que estudian el tema- da un promedio de 21
muertes diarias. Y sigue…
Un femicidio cada
31 horas. Y sigue…
Sin embargo, no
todo lo que parece en cuanto vemos es como parece según se lo quiere mostrar y
usar para determinados fines y tenemos derecho de no confiar y mantener una
distanciada reserva frente a las pantallas.
La
maldad se va multiplicando, el amor de muchos se está enfriando. Es que el corazón
humano (mente) es engañoso, y perverso y volcado a la maldad más que a la
bondad; ésta no es intrínseca al género humano. Nadie es bueno.
Del propio
corazón salen los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los
homicidios y adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia,
calumnia, orgullo e insensatez.
Los publicistas
bien lo saben y explotan todas estas cualidades para hacer crecer su negocio, ellos
y los productores de televisión, ocultos tras bambalinas, irresponsables,
inmorales, delincuentes y perversos violadores a los que una gran mayoría
recibe y consume en sus casas a una hora determinada masticando una porción de
pizza, aumentan sus ganancias y el peso de las cadenas que los llevarán bien
abajo.
Dicen
“pan y circo” hay que darles para ahogar la voz de la conciencia que clama
desde lo profundo del ser: ¡Así no, así no!
Y pasar al día
siguiente y luego al otro, hasta que llegue la hora final.
Y
como se ha decidido no honrar a Dios como tal sino sacarlo del hogar, del
gobierno, echarlo de Escuela y si es posible del Universo, nos estamos
volviendo vacíos en nuestros razonamientos y nuestro corazón se va oscureciendo,
entenebreciendo, sepulcrando más y más.
Jesús dijo: “Porque
el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible y con dificultad oyen con sus
oídos, y sus ojos han cerrado.”
No hay ley humana
ni programa gubernamental que sea capaz de frenar la violencia ni la maldad que
se encuentra arraigada en el corazón. Los resultados están a la vista.
No se va a frenar
la violencia con otros modos de maldad embardunados con el maquillaje de los
derechos y las reformas, los nuevos sexos y la imposición de una agenda
trasvestida, perversa, contranatura, cocinada en las malolientes y putrefactas ollas
del infierno mismo.
La Voz clama
desde lo Alto: “Vuélvanse a mí y yo me
volveré a ustedes”.
¡Miren la cruz vacía!
Cristo allí
crucificado estuvo.
A Cristo la
muerte no pudo retener; El ES la Vida!
Cristo es el
Unico que puede cambiar el corazón humano.
Cristo es la
salida de este embrollo, no hay otra.
Dichosos los ojos de los que ven, los oídos de
los que oyen y los corazones de los que creen. Porque los que creen verán la
manifestación de una nueva generación de hijos de Dios.
Pastor Esteban Blanco
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